Vamos a hacer una visita

Sábado.

Estaba aburrida, tan aburrida que ya no sabía qué más hacer. Había limpiado toda la casa y había ordenado todos los armarios... Ahora mismo se encontraba tirada en el suelo mirando el techo, con brazos y piernas estiradas y con el sonido del televisor de fondo; no le apetecía ver charlas sobre la saluda.

De un arrebato se levantó, se vistió, se pasó el cepillo por el pelo y se ató el lazo que siempre llevaba, de color rojo, recogiéndose una parte de su cabello. Y puso rumbo a casa de los Kinomoto, a la que llegó después de cruzar el Parque del Rey Pingüino.

Llamó al timbre, esperando que abrieran... Ignoraba si Touya estaría, seguramente estaría trabajando. Volvió a llamar, y para no llamar más, se colocó las manos tras la espalda.

En ese instante, Sakura se encontraba en su cama, medio dormida, puesto que se había acostado tarde y, obviamente, se despertaba tarde esas mañanas. Al momento en el que escuchó el timbre, se levantó de un salto, se asomó por la ventana para ver quién era y vio a Haine, la amiga de su hermano. Se vistió, se cepilló el cabello lo más rápido que pudo, y salió a recibirla.
- Hola, Haine. Buenos días. Pasa por favor.- le dijo Sakura.

Parecía que no había nadie. Suspiró y ya se giraba para marcharse cuando escuchó que la puerta se abría, se giró al mismo tiempo que se asomaba Sakura, la hermana de Touya.

Haine sonrió al verla, apenas se habían visto, solo de vista cuando Touya llegaba con ella, alguna vez que se habían cruzado en su misma casa.

Con permiso -dijo entrando en la casa y haciendo una educada reverencia a modo de saludo, dejó las zapatillas en la entrada y pasó- ¿Estabas dormida? -parecía estar sola- No quiero molestar.

Si estaba sola no sabía si era buena idea quedarse allí. Pero de repente sintió un extraño poder, y se giró hacia él, encontrándose con la mirada de la niña. Haine sonrió, fingiendo que no pasaba nada.